sábado, 28 de agosto de 2010

YO PERMITO QUE MIS IMÁGENES LLOREN (Jesús a Vassula Ryden 2.06.1994)




YO PERMITO QUE MIS IMÁGENES LLOREN



NUESTROS DOS CORAZONES DERROTARÁN AL ENEMIGO


Jesús a Vassula Ryden 2.06.1994






Señor, Dios mío,


Tú Quien Te complaces dando Tus dones en secreto, Te pido tanto que des a todas las almas el mayor don: el don que transfigura nuestra imagen manchada, en la brillantez de Tu Divina Imagen.






Conviértenos en Tu reflejo para que penetremos en Tu Divinidad.


Igual que en el Día de Tu Transfiguración, deja que ésta se convierta para nosotros, en una segunda, nueva fiesta de transfiguración, para que nosotros también, podamos escuchar aquellas palabras del Padre:






"Éstos son Mis hijos e hijas, los bienamados; ellos disfrutan de Mi favor; escúchenles".


Luego, déjanos salir con Tu Espíritu de Verdad para hablar de Tus poderosas proezas.






Que sea la Transfiguración de todo el mundo. Y en nuestra transfiguración, aprenderemos a amar y el amor nos conducirá a la vida eterna.














Has dicho bien, hija. Pide este don en tus oraciones diarias y Yo te lo daré. ¿Ves cómo Mis vestidos están salpicados de sangre? ¿Ves cómo están Mis vestidos rojos, empapados en Mi Sangre? Muchas cosas impuras Me dejan en este lastimoso estado... muchos son, verdaderamente, Mis gemidos y Mi Corazón es lacerado por las mismas manos que Yo he formado... Pero son tan pocos los que escuchan Mis gemidos, tan pocos los que prestan atención a Mis Lágrimas de Sangre... Mis Ojos se consumen de llorar.






Yo permito que Mis imágenes lloren para despertar su remordimiento y su dolor, pero lo único que escucho es un breve suspiro en el cual encuentro un breve alivio de él, pero muy pronto permiten que su corazón sea llevado por las preocupaciones del mundo, permiten a su corazón que se aparte de confortarme y que sea un consolador para el Consolador. Aquel Quien podría transfigurarlos, Quien podría resucitar su alma, Quien podría divinizar su alma...






Otros, al ver los torrentes derramados por Mis Ojos, permanecen inconmovibles a causa de su incredulidad. Habiendo perdido el sentido de Mis maravillas, fracasan en entender, y con frenesí, persiguen Mis signos. Sus pecados han asfixiado su corazón y desde entonces, su corazón se agita tras cosas mundanas, sin darse cuenta jamás de cómo su alma está siendo confundida por el maligno. ¿Quién podría entender Mi profundo dolor? ¿Por qué le dan a Mi Enemigo motivo para regodearse sobre de ellos, en secreto? ¿Quién de ustedes puede darme alivio? ¿Quién de ustedes puede darme descanso? Cada hora que contiene el día, cada minuto que existe Yo estoy junto a ustedes y los llamo: "Regresen a Mí, regresen al Amor." ¡Oh! Pero tantos de ustedes se han vuelto crueles...






Me ven empapado en Mi Sangre y sin embargo, dejan que sus ojos descansen. ¡Oh!... ¿Hasta cuándo no escucharán los lamentos de su Dios?...






En cuanto a ti, flor, recuerda el cariño que te tengo y Mi amor. Abandónate a Mí. Ven y confórtame con tu amor. Deja que las naciones Me vuelvan a descubrir a través de ti. 2 Demuestra Mi amor, Mi pena y Mi angustia que tengo por ellos.






¡Tablilla viviente! Yo, Jesucristo, te he confiado Mi Mensaje, no dudes... Yo he puesto un Tesoro en tus manos, te he dado Mi Corazón Entero entre tus manos, ¿qué más podría haberte dado? Puesto que gracias a Mi generosidad Yo te he levantado, para entrar en este estado de gracia en el cual te mantengo, tolera a tus adversarios con amor. ¿No has oído que los sufrimientos traen paciencia? Yo te digo, ellos te acercarán más Mí.






He derramado en tu corazón, a través de Mi Espíritu Santo, Mi intenso Conocimiento, una vestidura real para ser usada para Mi gloria. Te he designado para que Me glorifiques. Todo lo que te he dado Nos complace a Mí y al Padre. Me deleito de hacerte el deleite de Mis Ojos, la alegría de Mi Corazón. ¡En tu sencillez, Mi Alma se regocija! Por eso, no Me rechaces nada. Instruye a los que no saben y no permitas que el maligno te robe las horas que quiero pasar contigo. 3 La instrucción conducirá a muchos a convertirse en el deleite de Mi Alma.






Al final, Nuestros Dos Corazones derrotarán al Enemigo y esa transfiguración que has pedido tendrá lugar: Yo renovaré la faz de esta tierra.






Yo, Jesús, te bendigo. Ic.






















REFLEXIONES














En esta tierra el amor y el dolor van muy juntos. S. Juan de la Cruz nos decía: "quien no sabe de penas no sabe de amores". Y es por esto que Cristo en el Sermón de la Montaña nos dio como tercera bienaventuranza:






"Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados" (Mt. 5,5,)






El dolor, si no eleva y sublima, abate y aplasta. Por eso no todo dolor y llanto es bienaventurado.






Las lágrimas que Jesús proclama bienaventuradas son las que de alguna manera se refieren al reino de Dios y se contraponen al reino del mundo. "Vosotros llorareis y gemiréis, y el mundo se alegrará" (Jn 16,20)






¿Cuales son las lágrimas bienaventuradas?






Los que lloran las propias caídas o los pecados del mundo; los que aceptan las penas como medio de purificación de sus pecados; los que se imponen penitencias para formar su alma en el dolor; los que sufren persecución y dolores por causa del reino de Dios y de su extensión; los que pasan sequedades, tribulaciones con paz; los que gimen por el amor de Dios y por el cielo; todos estos son los que derraman lágrimas que, en sentido evangélico, pueden llamarse bienaventuradas y por lo tanto recibirán divina consolación.






Santa Catalina de Siena, en su famosa obra El Dialogo, tiene un precioso capítulo sobre las diferentes clases de lágrimas, su valor y fruto. Esta Doctora de la Iglesia distingue hasta cinco clases de lágrimas:






1 Lágrimas malas, que engendran muerte. Son las que proceden del pecado y llevan al pecado: lágrimas de odio, de envidia o desesperación, proceden de un corazón desordenado y apartado de Dios.






2 Lágrimas de temor por los propios pecados. Son las de los que se levantan del pecado por temor al castigo: el temor les hace llorar. Su motivación no es perfecta, pues no hay necesariamente arrepentimiento.






3 Lágrimas de los que, lejos del pecado, empiezan a querer servir a Dios; pero, privados de los consuelos visibles, lloran por verse con tanta incapacidad y tribulaciones.






4 Lágrimas de los que aman con perfección a Dios y al prójimo, doliéndose de las ofensas que se le hacen a Dios y compadeciéndose del daño del prójimo, en completo olvido de si mismos.






5 Lágrimas de dulzura, derramadas con gran suavidad por la unión intima del alma con Dios. Son lágrimas de puro amor que derraman los santos en las mas altas cumbres de perfección cristiana.

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