En los meses precedentes hemos asistido a un mayor y más asertivo ataque en contra de la Iglesia y del Papa, y que al margen de las causas próximas que originan estas censuras y críticas al Cuerpo Místico de Cristo, no se puede obviar la realidad de la batalla final en estos tiempos que expresa, como dijera en tiempos el entonces Cardenal Wojtyla, "la confrontación histórica más grande que los siglos han conocido, la lucha entre la Iglesia y anti-iglesia, el Evangelio y el anti-evangelio", pero siempre una lucha "que descansa dentro de los planes de la Divina Providencia".
Y es así lo que está sucediendo y lo que está por suceder violentamente en el futuro como debemos entender los signos de los tiempos, para que no perdamos la perspectiva exacta de todo cuanto ocurre en el mundo y en la Iglesia. Ciertamente encontramos, como se ha dicho, causas concretas que explican el ataque al Papa:
Primeramente, en la carta al director del Corriere della Sera, el senador Pera (no católico) afirma que la cuestión de sacerdotes homosexuales y pedófilos tiene como objetivo al Papa: "Está en curso una guerra". Pero el propósito no es el Papa en última instancia, sino que se trata de un ataque del laicismo contra el cristianismo, pero cuyo fin inmediato es desprestigiar a la Iglesia, mediante la generalización, para quitarle su ascendiente moral. "Lo que importa es la insinuación, incluso a costa de lo grosero del argumento: los sacerdotes son pedófilos, por tanto la Iglesia no tiene ninguna autoridad moral, por ende la educación católica es peligrosa, luego el cristianismo es un engaño y un peligro".
En el fondo, es un embate relacionado con el relativismo y la pérdida de la fe, con el aborto y el matrimonio homosexual.
En segundo lugar, el escritor judío Jon Juaristi señala que "no es necesario ser católico para ver hacia dónde apunta la campaña mediática contra el Papa". Esos ataques tienen por finalidad "vender, y sacar a los católicos de la esfera pública". "Los actos de pedofilia son un puro pretexto para acorralar a Benedicto XVI." "No soy católico, dice Juaristi,pero ni a mí se me escapa la inmensa talla moral del actual Pontífice". Y añade: "el justicierismo supone siempre la corrupción del sentido de la justicia", y "y "el blanco de los ataques ya no lo constituyen los curas pederastas y los obispos encubridores, sino el Papa, contra el que se ha movilizado la progresía justiciera".
Posteriormente, Andrea Tornielli desentraña los tres ámbitos diversos de donde provienen los ataques contra el Papa:
Del interior de la propia Iglesia, por parte de clérigos que no están de acuerdo con el pontificado de Benedicto XVI
Los mass-media, que siempre buscan escándalos para vender
Los lobbies que pretender limitar el poder de El Vaticano
Tornielli resalta que se le acusa injustamente a Ratzinger, cuando él es el autor de que se haya cambiado la jurisdicción, en 2001, para que la Congregación para la Doctrina de la Fe, entonces a su cargo, pudiera atraer todos los casos de pederastia de todo el mundo. Anteriormente era competencia de cada diócesis, reaccionando cada obispo de forma diversa.
Más bien, dice el periodista italiano, es evidente que hay un cobro de facturas contra Benedicto XVI por haber rehabilitado la misa antigua, por haber levantado la excomunión a los lefevbristas, por volver a distribuir la comunión de rodillas en El Vaticano, por haber firmado el decreto sobre las virtudes heroicas de Pío XII. Y cita al cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el cual declaró a CNN: "Parece que hoy cada acto del Papa irrite ciertos ambientes".
Todos estos ataques, finaliza Tornielli, "tienen por objetivo minar la credibilidad moral de la Iglesia en la opinión pública".
Finalmente, si a alguien se debe el haber destapado gran número de casos de abuso sexual, es precisamente al Papa Benedicto XVI, quien desde cardenal se propuso sanear esta situación. Esto lo ha demostrado en cantidad de actos de gobierno, documentos, directrices, cartas abiertas a los obispos, reuniones con las víctimas y solicitudes públicas de perdón. Su decisión es que todo se ventile para bien de la Iglesia.
Asimismo, Mons. Charles Scicluna, Promotor de Justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe, quien podría ser considerado el fiscal general de la Iglesia para los casos de abuso sexual, ha logrado recopilar, en 50 años, 3.000 casos de delitos de este tipo. Si se tiene en cuenta que hoy existen cerca de 500.000 sacerdotes diocesanos y religiosos, los casos de abuso, sin dejar de ser tristes, suponen un 0.6% de los sacerdotes del mundo. Por el contrario, cerca del 92% de los casos de abusos de menores se dan en las familias, y por lo mismo casi nunca son denunciados.
Datos recientes confirman esta realidad:
a) Se dio a conocer una carta en 1985 en la que el entonces cardenal Ratzinger aconsejaba prudencia en reducir al estado laical a un sacerdote pedófilo estadounidense de 38 años (quien fue dimitido dos años después, a los 40). La carta fue presentada como muestra de encubrimiento, pero las cosas no fueron así, y a las pocas horas se pudo demostrar la manipulación, si bien quedó ya el daño por la calumnia: 1) en esa época, la Congregación para la Doctrina de la Fe no era competente para casos de pedofilia, y la carta solo habla de la dimisión al estado clerical, no del procedimiento o las causas; 2) la dimisión del estado clerical no se decidía nunca antes de los 40 años de edad; 3) la solicitud fue pedida por el mismo sacerdote inmiscuido; 4) Ratzinger solo pedía profundizar bien el caso para no faltar a la norma, dos años después llegó la dimisión; 5) nunca hubo un encubrimiento del culpable.
b) Cerca de un 10% de los ministros protestantes han sido encontrados y se han reconocido culpables de pedofilia, contra solo 0.6% del clero católico (ver artículo "Siéntete orgulloso de ser católico", escrito por el empresario judío de Cleveland Sam Miller .
c) Philip Jenkins, profesor de Historia y Estudios Religiosos de la Universidad de Pensilvania, afirma que se concentra el foco en los católicos prescindiendo de lo que ocurre en otras confesiones, y sobre todo en los maestros y profesores. Otro estudio, realizado durante los primeros seis meses del 2002, lo constata: Los 61 mayores periódicos de California publicaron 2.000 historias sobre posibles casos de pedofilia de sacerdotes por solo 4 acerca de abusos en escuelas públicas, a pesar de ser abrumadoramente más numerosos según los datos oficiales.
d) La Iglesia Católica es la única organización que trata con menores y ha adoptado medidas decisivas. Ningún gobierno de ningún país ha hecho nada parecido, a pesar de que la lacra es mucho mayor en los centros públicos. Nadie más lo reconoce públicamente. Ningún periódico ha pedido jamás la cabeza de un ministro de educación o un secretario general por esta causa. La Iglesia desde 1983 ha establecido, revisado y ampliado normas, adoptado decisiones públicas de gran dureza, ha suspendido sacerdotes, cerrado las parroquias, aportado dinero sin obligación judicial. ¿Quién puede decir lo mismo? Con mucho menos motivo ha hecho mucho más.
Fátima
Este 12, 13 y 14 de Mayo ha estado el Papa en Fátima y sus declaraciones sobre el llamado Tercer Secreto de Fátima han sido esclarecedoras y contundentes (contra la opinión de la mayoría del sector católico en el sentido de que el asunto de Fátima era caso cerrado): NO SE HA DICHO TODO SOBRE FÁTIMA. En efecto, a raíz de lo que la Iglesia ha venido pasando con motivo de todo el escándalo de los pecados de pederastia, el Papa ha dicho que el Secreto de Fátima anuncia también que "grandes sufrimientos le esperan a la Iglesia", es decir, se avecina la Pasión de la Iglesia.
Oportunamente hemos defendido la tesis, porque los hechos así lo demuestran y contra los cuales no hay argumentos en contra, que el Secreto de Fátima no sólo está conformada por la "visión que tuvo Lucía" y que se dio a conocer en el año 2000, sino que también lo conforman las palabras que la Santísima Virgen le reveló a Lucía y que explicarían el sentido de la visión.
En efecto, existen hechos que comprueban documentadamente que a la visión de "un obispo vestido de blanco" que dio a conocer la Jerarquía del Vaticano en el mes de junio del 2000 y que se presentó a los medios de comunicación y a la Iglesia como el Tercer Secreto de Fátima, le faltaría otro texto, que serían las palabras que la Santísima Virgen le transmitió a los pastorcitos y que explicarían precisamente el sentido de la visión. Por tanto, en realidad son dos textos los que constituirían el llamado Secreto de Fátima, uno que contiene la visión y el otro que contiene las palabras de la Santísima Virgen. El primero se dio a conocer en junio del 2000 y el segundo aún no se habría publicado.
Es una realidad que a los pocos días de haberse supuestamente revelado el Tercer Secreto de Fátima, varias voces se levantaron tanto al interior de la Iglesia como ajenas a la misma para expresar su extrañeza, duda y serias reservas de que lo publicado por el Vaticano fuera realmente todo el Secreto de Fátima. Y es que realmente la historia comprobada desde 1941 en que Lucía escribió su Tercera y Cuarta Memorias; posteriormente en 1944 en que puso por escrito el texto del Secreto, hasta el año de 1960 en que el mismo debió haberse revelado al mundo; luego los 40 años de silencio hasta llegado el año 2000, nos dejaban adivinar que su contenido iba en la línea de advertir una grave crisis de fe que del mundo pasaría a la Iglesia, con todas las consecuencias que ello implicaba, por lo que nada o poco tienen que ver con lo que se dio a conocer y se interpretó el 26 de junio del 2000, o sea, que el Secreto se había cumplido con el atentado que sufriera Juan Pablo II en mayo de 1981.
Por tanto está por cumplirse con lo que se avecina, lo que dijera el Cardenal Luigi Ciappi: "La pérdida de la fe en la Iglesia, es decir, la apostasía, saldría de la cúspide de la Iglesia".
La Iglesia pues, como Esposa de Cristo está llamada a pasar las mismas etapas que pasó su fundador, por lo que muy pronto veremos su pasión en su terrible y agónico viernes santo, hasta el extremo que parezca que la Iglesia se derrumba y se acaba. Pero esto es un mal necesario para que la Iglesia pueda ser purificada y renovada.
Seguiremos hablando sobre el tema en otras ocasiones.
Luis Eduardo López Padilla
14 de mayo de 2010
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