Hija Mía, testifica de Mi parte y en Mi Nombre, y habla a esta generación, diciéndole:
No escuches más a falsos profetas que siguen cubriéndote de caricias, diciéndote que todo está bien y que has mejorado, cuando tú, mientras te llamas cristiano, no te portas como tal, porque apenas actúas según Mis Palabras en el Evangelio. Porque Yo te digo que si tu virtud, siendo cristiano, no es más profunda que la de los impíos, Mi Padre, no reconociéndome en ti, ¡no te permitirá nunca entrar en Nuestro Reino! La ira de Mi Padre se desatará sobre ti. ¿No has aprendido que Mi severidad es tan grande como Mi Misericordia? Tú que te vendes a los de tu entorno como buen cristiano, dándoles esa falsa imagen de cristianismo, cuando eres exactamente lo contrario, serás puesto al descubierto, y también tu pecado. Y tú, cuya lengua no ha cesado nunca de juzgar injustamente, tu pecado recaerá sobre tu propia cabeza. Mi enojo se enardece contra los de tu estilo, y Yo te juzgaré por tu conducta como ella lo merece.
Tú, que no puedes perdonar y olvidar como Yo perdono y olvido, ¡Mi Padre también tendrá en cuenta ese pecado en tu contra! Yahveh está cerca, viniendo con toda celeridad. Así que dime, ¿dónde vas a esconderte? Llevar una vida pecaminosa es pertenecer al diablo. Has aprendido de qué manera serás juzgado si no estás dispuesto a reconciliarte con aquella persona a la que aún guardas rencor. Yo te digo: ese pecado de no querer reconciliarte con aquél a quien consideras responsable, será amargamente pagado por ti hasta el último céntimo. ¿No he dicho Yo que tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo, y más aún, que tienes que aprender a amar a tus enemigos? Pues bien, ¿que han estado presenciando Mis Ojos? He sido testigo de un exiguo grupo que sigue de verdad Mis caminos, mientras que la mayoría están en pecado y haciendo el trabajo de Satanás. No os engañéis a vosotros mismos, porque en estos días venideros estáis destinados a la destrucción, porque no estáis siguiendo Mi Palabra[1]. Si alguien se niega hasta hoy a obedecer Mis principios, Mi Padre le negará también una morada en el cielo. Y tú que has tomado Mi Nombre[2] y sin embargo actúas con violencia, cólera y orgullo, el mismo látigo que tu afilada lengua empleó contra tus hermanos, lo recibirás tú igualmente, y tu pecado te condenará. Y tú, que sigues durmiendo en tu apatía y tu letargo, no pienses que no me he fijado en ti: serás alineado con los paganos y cosecharás lo que has sembrado.
En cuanto a los apóstatas, ¡probarán el fuego del infierno! La ira de Mi Padre está inflamada contra esta generación malvada y pervertida. ¿Como puedo impedir por más tiempo que Su Brazo caiga con violencia sobre vosotros? Apartaos de vuestras malas costumbres, fue Nuestro tema constante; pero tanto los buenos como los malos se han estado negando a abandonar sus modos de vida. Los buenos, no tomando en serio Mis Palabras en estos mensajes y no actuando conforme a ellas; los malos, negándose a ser salvados, rechazando Mi Misericordia, rechazando Mi Mano. Decidme, ¿qué haréis cuando os deis cuenta ese Día de que sois mera arcilla y que la arcilla sin Mi Presencia en vuestro interior, no es nada más que polvo?
El desastre está ya a la vuelta de la esquina y el follaje se secará. Enmendad todos vosotros vuestra conducta y vuestras acciones, que la destrucción no os alcance. Tomad el buen rumbo y poned fin a vuestras abominaciones y vuestras perversiones. Fijad vuestro corazón en Mí, vuestro Señor; si no, os desmoronaréis en cenizas como una ciudad incendiada.
Ahora bien, aunque os haya acongojado siquiera por un momento, ha sido por la inmensidad del amor que os tengo. Quiero conduciros al arrepentimiento y salvaros. Quiero labios que estén limpios para invocar Mi Santo Nombre, especialmente en estos días en que Mi Santo Nombre va a ser profanado y no significará nada para muchos, mientras celebran Mi nacimiento sin honor y sin alabanza. Arrepentíos todos vosotros y centraros en Mí. Y rogad para que la culpa de esta generación no sea causa de vuestra destrucción. De otro modo la ira de Mi Padre Lo llevará a gritar: ¡basta! Y Su ardiente furia cubrirá a muchas naciones y el mundo se desintegrará. Dichoso el hombre que Me escuche ahora y se purifique, porque Yo lo sostendré.
Yo soy Jesucristo y soy el Autor de estos Mensajes, y soy conocido por gobernaros con indulgencia. Soy conocido por haceros florecer si estáis dispuestos y, si es necesario, os riego con Mis Lágrimas. Soy conocido como el Buen Pastor que nunca abandona a Sus ovejas. Os conduzco a verdes pastos, pero cuando se rompen acuerdos y se desprecia y rechaza a los testigos que Yo envío, ¿puedo permanecer en silencio? Cuando sé que os estáis dirigiendo a una destrucción fatal, ¿no voy a reaccionar? En ese Día de la ira del Padre, los que Me hayan olvidado, Me recordarán. Y serán tratados en consecuencia.
Muchos preguntan, desde luego: ¿Qué pecados? Los pecados que he mencionado y los pecados de vuestra blasfemia contra Mi Espíritu Santo, los pecados de vuestra rebelión y de vuestra división, los pecados de perversión que son una abominación a Mis Ojos, los pecados de prejuicio, los pecados de desprecio, de corrupción, de altivez, de orgullo, los pecados de degradación y de letargo; el mundo está polucionado de pecado. Comprended ahora lo ofendido y dolorido que está Mi Sagrado Corazón. Dominad vuestros pensamientos y no pequéis más.
No Me olvides nunca, Vassula, y da a conocer Mis advertencias a Mi pueblo. Yo estoy aquí. IC
MENSAJE DEL 29/XI/2009
21 DE DICIEMBRE DEL 2009
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