lunes, 12 de diciembre de 2011

Mi corazón estaba unido con el de Mi Hijo, como lo está hoy







Virgen María: Yo experimento el mismo sufrimiento

Jueves, 8 de diciembre del 2011, a las 21:10 hrs.  

Mi niña, cuando di a Luz a Jesucristo el Redentor de toda la Humanidad, fui como cualquier otra madre. Mi amor por este niño, fue tan abrumador que lloré lágrimas de gran alegría, cuando por primera vez vi su hermoso rostro. Sin embargo, yo sabía que el papel que había aceptado, no sería fácil, aunque yo nunca Me di cuenta, en ese momento, cuán difícil sería este camino.  

Cuando miré el precioso rostro de Mi querido niño, nada importaba, solo Mi deseo de protegerle, en todo momento, no importa el costo. 

Mi corazón estaba unido con el de Mi Hijo, como lo está hoy. Este mismo corazón sufrió con El a través de todo momento de Su vida en la Tierra. 
Cada alegría que El sintió Yo, también, pude sentirla. Su risa trajo una sonrisa a Mi rostro. Su dolor Me afligió profundamente. 

Su tortura durante Su crucifixión fue sentida en cada hueso de Mi cuerpo. Cada clavo que traspasó Su carne, traspasó la Mía.Cada puñetazo y patada que El recibió, de manos de sus perseguidores, Yo también lo sentí. 

Experimenté el mismo sufrimiento, aunque no estuviera presente en muchas de las torturas infligidas a El, que fueron ocultadas de Sus discípulos y de Mí. 

Hoy día, Yo sufro con Mi Hijo, exactamente como entonces. Cuando se burlan de El en el mundo de hoy y Lo ridiculizan en público, en el escenario y en los medios, especialmente por los ateos, lloro lágrimas de amargura. 

Cuando veo a Mi precioso Hijo llorando por los pecados que presencia cada día, Yo también lloro con El. Veo, siento y presencio Su continuo sufrimiento por la Humanidad. 

Jesucristo, el Salvador de la Humanidad, ha sufrido por todos ustedes, pero les ama muchísimo. 

Haré todo lo que pueda, para cumplir Su muy querido deseo de salvar a cada una de las almas sobre la Tierra, de las garras del maligno. 

Cuando esta misión haya tenido éxito, entonces y solo entonces, podré regocijarme finalmente en paz, cuando Mis hijos se unan como uno solo, en el Nuevo Paraíso. 

Pide a ti Mi hija, que todos aquellos que rezan por la salvación de las almas, que ninguna alma sea excluida. 

Ve en paz y continúa esta importante misión para Mi amado Hijo. 

Te protegeré todo el tiempo.   

Tu ama da Madre, La Reina del Cielo

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