sábado, 24 de diciembre de 2011
Hijitos Míos, vean Mi Nacimiento, Mi pobreza, Mi pequeñez, Mi humildad, pero también vean Mi Amor, Mi Amor por todos vosotros.
Niño del pesebre
nuestro Dios y hermano,
Tú sabes y entiendes
del dolor humano;
que cuando suframos
dolores y angustias,
siempre recordemos
que nos has salvado.
Ven, Salvador nuestro,
por quien suspiramos.
Ven a nuestras almas,
Ven, no tardes tanto.
Habla Nuestro Señor Jesucristo,
¡Tanto que debéis hacer por vuestra alma y tan poco el tiempo que le dais a ella!
Hijitos Míos, vean Mi Nacimiento, Mi pobreza, Mi pequeñez, Mi humildad, pero también vean Mi Amor, Mi Amor por todos vosotros.
El hombre está muy acostumbrado a dejarse llevar por los bienes terrenos, les deslumbra todas las riquezas del mundo y el mismo hombre se encarga de crear todas ésas riquezas para deslumbrar a sus hermanos y poder vender, poder vivir en lo humano, en lo material, en lo que no vale.
Yo Me quise apartar de todo eso, Me quise apartar del mundo, no os quise enseñar que en algún momento buscara algo de riqueza, que ciertamente Me la merecía por Ser Dios y por Ser el Creador de todo lo que tenéis, sino os quise dar a conocer la verdadera riqueza que vosotros debéis buscar, las riquezas del Amor. La donación por cada uno de vosotros es una donación de Amor y podéis estar seguros en decir que Yo nací para salvar a cada uno de vosotros y es una realidad, Mis pequeños.
He venido a la Tierra, pequeñito, pobre, sufriente, para salvar a cada uno de vosotros. Vosotros debéis meditar ésta realidad y agradecer de corazón ésta grandeza. Vosotros fuisteis liberados del pecado por Mi Amor, por Mi donación, pero Yo os vi a cada uno de vosotros desde antes de que viniera a la Tierra, os quise salvar a cada uno de vosotros. Os conozco perfectamente bien a cada uno de vosotros y, os repito, debéis estar agradecidos de que Yo os vine a salvar, en lo personal, a cada uno de vosotros.
Visteis Mi donación empezando desde el Nacimiento sencillo. Al entrar a éste mundo, el simple hecho de Nacer, fue Mi donación para vosotros, para cada uno de vosotros. Llego al mundo para serviros, para instruiros, para purificaros, para daros vida, para que fuerais Mis hermanos.
Ved la grandeza de todo un Dios que os invita a ser verdaderos hermanos Míos en Nuestro Padre Dios y así, el hombre, al estar Conmigo, puede tener todas las prerrogativas que se Me dieron a Mí.
Podéis ser como Yo en la difusión del conocimiento de Mi Reino, que éste conocimiento os lleva a la perfección. Tenéis Bendiciones grandes de Mi Padre por vivir enseñando, como Yo os enseñé. Ciertamente, el estar Conmigo, también conlleva una cruz y si la tomáis, bendiciones grandísimas se derraman sobre vosotros. Tenéis la prerrogativa de la muerte que se vuelve vida. Morís, pero resucitáis en Mí. ¡Cuántas Bendiciones recibe el hombre cuando entiende los secretos del Cielo!, secretos develados por Mí, vuestro Hermano Jesús, el Cristo, vuestro Salvador y vosotros, como corredentores, al tomar también las prerrogativas del hombre Dios.
¡Oh! Mis pequeños, ¡cuánto amo a las almas que se donan, que sin temor vienen a Mí y Me piden ése crecimiento de vida! Le teméis al dolor, le teméis a la obligación de ser verdaderos hijos de Dios, le teméis al perder las cosas del mundo, cuando Yo os enseñé que no teníais que arraigaros a ellas. Estáis muy arraigados a las cosas del mundo y esto no os deja volar hacia Mí. Preferís adornar vuestro cuerpo, que adornar a vuestra alma.
Os presentáis ante vuestros hermanos muy bien arreglados en éstas fiestas que celebráis de Mi Presencia entre los hombres, y Yo os pregunto, ¿cómo está vuestra alma?
Vine precisamente a eso, a darle crecimiento a vuestra alma, os vine a traer el alimento del alma, os vine a dar crecimiento para el alma, vine a traer la reparación del pecado del alma, vine a dar salvación al alma y nuevamente os pregunto, ¿cómo está vuestra alma? ¿La tenéis adornada, como adornasteis vuestro cuerpo?, ¿la tenéis en estado bello, sin pecado?, ¿la tenéis dispuesta para que se pueda presentar ante Mí en cualquier momento sin que os arrepintáis de que pudiera estar en posibilidad de perderse por toda la eternidad?, ¿cómo está vuestra alma?
Os vais a presentar a gozar en familia, ya sea una cena, ya sea una comida, celebrando Mi Nacimiento nuevamente y le daréis alimento a vuestro cuerpo, pero ¿cómo está vuestra alma? Os alegráis de los regalos, os alegráis de la reunión familiar, veis a vuestros seres queridos, pero ¿sois congruentes con lo que mostráis, y con lo que tenéis también en vuestro interior, os sea, vuestra alma? ¿Cómo habéis cuidado vuestra alma, qué alimento le habéis dado?, ¿cómo ha crecido?, ¿realmente la habéis asistido para que se pueda presentar ante Mí, bellísima, como debe ser?
AUTOR DEL MENSAJE: JESUS
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