sábado, 18 de diciembre de 2010

Venid a Mi Fiesta, gozad Conmigo





Venid a Mi Fiesta, gozad Conmigo



En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.






EVANGELIO






LA PARABOLA DEL GRAN BANQUETE






"Un hombre daba un gran banquete e invitó a muchos. A la hora del banquete mandó a sus criados a decir a los invitados: Venid, que ya está preparado el banquete. Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado un campo y necesito ir a verlo; te ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco pares de bueyes y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Un tercero dijo: Me he casado y no puedo ir. El criado regresó y se lo contó a su amo. El amo, irritado, dijo a su criado: Sal de prisa a las plazas y a las calles de la ciudad y trae a los pobres y a los inválidos, a los ciegos y a los cojos. El criado dijo: Señor, he hecho lo que me mandaste y todavía hay sitio.


El amo le dijo: Sal por los caminos y cercados, y obliga a la gente a entrar para que se llene la casa.


Pues os digo que ninguno de los invitados probará mi banquete






HOMILIA






Sí, hermanos, ES UN GRAN BANQUETE AL QUE EL PADRE NOS INVITA. A nosotros, gente sin ningún mérito, recogidos de los cruces de los caminos. Al gran banquete que sólo él puede celebrar: "Preparará el Señor de los ejércitos para todos los pueblos un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera".






¡Cuán pobres resultan nuestros banquetes y nuestras fiestas al lado de ese gran banquete! El "arrancará el velo que cubre a todos los pueblos, el paño que tapa a todos las naciones. "Aniquilará la muerte para siempre".






Es la gran fiesta a la que el Padre nos invita; el banquete al que nos abre de par en par las puertas: "El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros". ¿Es eso posible? Sí, es posible. Más aún: esa es la gran esperanza, el gran regalo del Padre, que esperamos y que celebramos, porque ya lo poseemos, como en la oscuridad. Lo que hacemos aquí cada domingo es la pregustación del gran banquete, su anuncio, su promesa, la celebración de su certeza.






Y esta fiesta es la Salvación, que todos anhelamos. Y que sólo puede venir de Dios, Fuente de Vida: sólo él puede enjugar verdaderamente las lágrimas de todos los ojos, hacer desaparecer el velo de dolor que cubre todos los pueblos -¡todos!-, aniquilar para siempre, para siempre, la Muerte. Convertir nuestra vida -la tuya, la mía, la de todos- en una gran fiesta. Por eso podemos exclamar con las palabras del profeta Isaías: "Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara: celebremos y gocemos con su salvación".






INVITACION DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO






He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo.


APOCALIPSIS 3:22






Habla Nuestro Señor Jesucristo,






Venid a Mi Fiesta, gozad Conmigo, vosotros, los que ahora gozáis en la oración.






Hijitos Míos, cuando se os anuncia que vais a ser invitados a una fiesta, con tiempo vais preparando lo que haréis, lo que llevaréis, como os presentaréis a ella, gozáis con los preparativos personales, porque fuisteis invitados a ésa fiesta.






Os invito, Mis pequeños, a Mi Fiesta, el Nacimiento. Nuevamente recordar lo que Yo os he traído, preparaos, preparad vuestro cuerpo, preparad vuestra alma, preparad vuestro corazón, alegraos de que Yo os haya invitado. Cada uno en lo personal ha recibido ésta invitación.






Vosotros recibiréis Bendiciones Mías al estar Conmigo, acompañándoMe en Mi Fiesta.






Venid, Mis pequeños, gozad Conmigo todo el Bien que se os dio con éste Nacimiento Mío en la Tierra. Que vuestros regalos sean vuestro corazón, vuestra presencia ante Mí, vuestro Dios y Salvador.






Venid a Mi Fiesta, gozad Conmigo, vosotros, los que ahora gozáis en la oración. Invito a Mis verdaderos amigos a Mi Fiesta, a Mis hermanos, a los que gozan realmente, porque Me han buscado, porque saben de Mi Vida, porque saben lo que Su Hermano Mayor os ha dado.






Quedáis invitados, Mis pequeños, todos vosotros, Yo os estaré esperando, recibiréis Mi Amor, Mis regalos y vuestra presencia, vuestro corazón limpio y alegre Me traerá a Mí muchas alegrías.






DejadMe gozar con vuestra presencia ante Mí en el Pesebre, así como se acercaron los pastorcillos, acercaos vosotros. No quiero regalos materiales, quiero vuestro corazón que ame, quiero vuestra presencia ante Mí que Me busque, quiero que vuestra misión se lleve a cabo entre los hombres, que prediquéis. DadMe un regalo, uno solo, vuestra vida en el Amor.


Gracias, Mis pequeños.






ORACION






Dios, creador y restaurador del hombre,


que has querido que tu Hijo,


Palabra eterna,


se encarnase en el seno de María


siempre Virgen,


escucha nuestras súplicas


y que Cristo, tu Unigénito,


hecho hombre por nosotros,


se digne hacernos partícipes


de su condición divina.

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