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Cuando Jesús murió, derramó toda su sangre en la cruz por nosotros, sin embargo el decir "toda" no es una metafora, es la realidad; no quedó ni una sola gota de sangre en su cuerpo. Jesús literalmente se desangró por cada uno de nosotros, y no sólo por los que le conocemos hoy y somos llamados sus hijos, sino también por aquellos que le dan vuelta la espalda y hasta el día de hoy siguen escupiendo sus pies. 
Juan, María, Pedro, Daniel, Paula, etc. No importa cuál sea tu nombre, lo que es cierto y verdaderamente importante es que una de las gotas de sangre que Jesús derramó fue por ti, llevaba tu nombre porque Jesús en la mismisima cruz ya te conocía y decidió pagar con alto precio por tus pecados. 
No importa lo que hayas hecho, eres de alta estima para Dios, a Él no le importó morir así por ti.
Si estas alejado de Dios piensa en el grande amor que te tuvo para hacer lo que hizo y vuelve a sus pies: DIOS ES EL ÚNICO QUE JAMÁS TE DARÁ LA ESPALDA. Si no le conoces aceptalo hoy en tu corazón como tu Señor y Salvador. Cristo nos ama, ese debe ser nuestro mayor orgullo y nuestro pensamiento día y noche. 
Aunque lo perdamos todo, tenemos gran ganancia; en ver que Dios el mismisimo creador del universo fue un día a la cruz por nosotros.