HACIA CRISTO, POR MARÍA, RECONOCIENDO NUESTROS PECADOS
Pero estamos tranquilos, porque nuestro signo es la Cruz y vamos en pos de Cristo, guiados por María e iluminados por la Verdad (no la mentira). Y nos sabemos pecadores. Y es precisamente a Jesús, al que abrazó la Cruz redentora, al que pedimos ¡Misericordia!.
Y le damos gracias, seguros de ella, por su sacrificio y redención, reconociendo con dolor que somos pecadores. Y que por Él, hemos sido salvados. Y que por Él, somos hombres nuevos.
Caminamos hacia Cristo guiados por María (“Ad Iesum per María”), pues la Virgen Santísima es la respuesta de Dios a Lucifer, ya que su Hijo bendito, el nacido de su vientre, es el que vence al pecado y a la muerte… Y lo hace precisamente como hombre… en su condición humana.
A ella nos dirigimos. Ella es nueva estrella de la mañana que trae la Luz verdadera, portadora de la salvación y la Palabra encarnada, el Arca de la Nueva Alianza. La señal que apareció en el cielo vestida del sol: el arco iris que rodea la Luz de Cristo, halo solar de Fátima.
Lo que Lucifer perdió por orgullo, lo ganó María por humildad. Lo que Eva perdió por desobediencia, lo ganó María por obediencia. Eva al obedecer a la serpiente, se hizo causa de perdición para sí y sus hijos; María al permanecer fiel a Dios, se convirtió en causa de salvación para todos (“No tengas miedo, mi Inmaculado Corazón será tu refugio y camino seguro para llegar a Dios”: La Virgen a Sor Lucía, en Fátima).
Pero para llegar a Dios, debemos reconocer antes nuestros pecados. Sólo reconociendo nuestros pecados (...porque somos débiles en el pecado, pero fuertes en la fe... y dispuestos a reencontrarnos con "quién dio su vida por nosotros", fiel y justo es Él para perdonarnos y purificarnos de toda injusticia. Y Él vino al mundo, precisamente para eso… para redimirnos del pecado… Para que pudiéramos ser perdonados. Pidamos penitentes perdón, desde el arrepentimiento y el dolor, por nuestras más oscuras acciones, pensamientos y omisiones. Y ¿cómo podríamos hacerlo, sin antes reconocer nuestros pecados?
Pues Cristo vino al mundo en la carne... y nos redimió "por el agua y por la sangre”… Y no sólo “por el agua”, sino “en el agua y en la sangre”. Y el Espíritu de la Verdad lo testifica. Y también testifica el agua y la sangre. Y los tres - Espíritu, Agua y Sangre - convienen en lo mismo: en que Jesús es el Cristo, el Mesías, nacido de María, el Hijo de Dios, el que nos salvó del pecado... el que perdona, haciéndonos renacer como hombres nuevos... Y el Fiat de María, lo posibilitó todo. Y Ella nos lleva a su Hijo...
Más si (pensando que estamos en comunión permanente con Cristo) dijéramos: «No hemos pecado nunca», le haríamos a Él mentiroso (y siendo Él la verdad no podríamos estar en comunión con Él, porque estaríamos nosotros en la mentira) y por tanto, su Palabra (que es verdadera) no estaría en nosotros (falso sería nuestro testimonio…tanto como el del enemigo)... Reconozcamos pues que somos pecadores… y arrepentidos de nuestras faltas, pidamos también perdón, para que Él pueda liberarnos y devolvernos a la gracia en su Justicia… Entonces, estaremos en comunión, con Él y con los suyos, en su Luz y en la Verdad.
Sabemos que si alguno peca, tenemos a uno que abogará por nosotros ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él (Rey, Sacerdote y Divino Mártir) fue víctima de propiciación por nuestros pecados. Y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero (¡como no habrá de defendernos, habiendo dado su vida por nosotros, para apartarnos de la oscuridad en la que estábamos… para redimirnos y para que siendo suyos, guardásemos así sus mandamientos!).
Gracias por leer el artículo que publiqué el año pasado en Taringa "Dios es la Luz. En el no hay tinieblas", de donde has copiado y pegado literalmente el tuyo. No me importa. Lo importante es que el mensaje llegue al mayor numero de hermanos posible. Fernando Pérez Medina
ResponderEliminarhttp://www.taringa.net/posts/solidaridad/12390692/Dios-es-la-Luz_-En-_l-no-hay-tinieblas_.html