martes, 14 de septiembre de 2010

"LA EXALTACION DE LA SANTA CRUZ"







        "LA EXALTACION DE LA SANTA CRUZ"


EVANGELIO DEL DIA 14 DE SEPTIEMBRE MES DEDICADO A LA PALABRA DE DIOS (LA BIBLIA)




El Evangelio de hoy


Lucas 7, 11-17
En aquel tiempo, se dirigía Jesús a una población llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de mucha gente. Al llegar a la entrada de la población, se encontró con que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de una viuda, a la que acompañaba una gran muchedumbre.


Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: "No llores". Acercándose al ataúd, lo tocó y los que lo llevaban se detuvieron. Entonces Jesús dijo: "Joven, yo te lo mando: Levántate". Inmediatamente el que había muerto se levantó y comenzó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre.


Al ver esto, todos se llenaron de temor y comenzaron a glorificar a Dios, diciendo: "Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo".


La noticia de este hecho se divulgó por toda Judea y por las regiones circunvecinas.


+ Reflexión


Una de las actitudes que más le gusta destacar a san Lucas es la misericordia de Jesús. Quizás porque él viene de una cultura pagana en donde los dioses son crueles, san Lucas presenta en cada oportunidad la ternura y la compasión de Dios en Jesucristo.


Nuestro Dios es el Dios de la misericordia, es el Dios que se conmueve ante nuestras miserias y penalidades, por ello es el Dios de los pobres, de los necesitados, de los miserables. En medio de nuestro mundo tecnificado, en donde la mayoría de nosotros somos un "número", qué importante es "re-humanizarnos" y tener la capacidad de ver que, muy posiblemente a nuestro alrededor, hay alguien que necesita ayuda, que necesita de nuestra compasión.


Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro















¿Exaltar el dolor o el amor?


Una fiesta como la de hoy, la “Exaltación de la Santa Cruz”, puede dar pie a una de esas frecuentes
acusaciones contra el cristianismo: de “dolorismo”, culto al sufrimiento y enemistad con las alegrías de la
vida. Por otro lado, a este propósito se alza una nueva objeción, esta vez directamente contra Dios: ¿qué hace
Dios contra el mal? ¿Por qué lo consiente? ¿No es cierto que, según defienden incluso algunos creyentes, Dios
se sirve del mal (las catástrofes naturales, las enfermedades, el sufrimiento, en suma) para castigarnos por
nuestros pecados? Es lo que parece dar a entender hoy la primera lectura. ¿Es posible creer en un Dios así? Las
situaciones extremas de infortunio y sufrimiento dan pie, a veces, para volverse a Dios, pero también, como vemos,
para volverse contra Él. ¿Qué nos dice a este respecto la fiesta de hoy? ¿Cómo responde a estos graves
interrogantes la cruz de Jesucristo?

Ante todo hay que decir que los textos bíblicos deben ser leídos en el contexto de toda la revelación. Y la
clave decisiva para entender textos difíciles del Antiguo Testamento, como el de hoy, es la Palabra y definitiva
revelación que es Jesucristo. Jesús nos dice, también hoy, que Dios no quiere condenar al mundo, sino salvarlo,
es decir, que Dios no castiga a nadie: es el hombre el que se castiga a sí mismo y se pone en trance de
autodestrucción cuando se aleja de Dios, esto es, de su verdad más íntima. Ante el mal y el pecado Dios
reacciona sólo con el poder de su acción creadora (y nunca destructiva), restableciendo y sanando y, para ello,
en Cristo se abaja y se acerca al hombre, asume sus limitaciones, sufre con los que sufren, muere con los que
mueren. Así, precisamente en la cruz, hace presente en el corazón mismo del misterio del mal y del sufrimiento
ese amor con el que “tanto amó Dios al mundo”, y rehace pacientemente (en el doble sentido de la palabra: con
paciencia y con padecimiento) los vínculos que el hombre ha roto por el pecado. 

No es dolorismo y gusto por el sufrimiento lo que celebra esta “exaltación de la Santa Cruz”, sino la
afirmación de un amor más fuerte que el pecado, el sufrimiento y la muerte. Acoger la cruz de Cristo significa
acoger al Cristo que se ha abajado hasta la muerte, y acoger a Cristo significa a su vez inclinarse con solicitud
hacia el Cristo que sufre en los que sufren hoy de tantas maneras, reproduciendo en nosotros el movimiento de Dios
hacia la humanidad. 

MENSAJE DE JESUS 

La Cruz (Explicación de La Crucifixión). 
Mensaje.




Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo a J.V.



Hijitos Míos, os voy a hablar hoy sobre la Cruz. 
Muchos de Mís hijos y no sólo los de Mí Redil, sino de los apartados de el, no les gusta ver Mí Presencia en la
Cruz. Prefieren y así lo dicen, recordar al Jesús haciendo milagros, al Jesús Victorioso, o al Jesús Niño, o
al Jesús Vivo entre los hombres. Se espantan de Mí Presencia en la Cruz. 

Vuestros Primeros Padres, al aceptar las proposiciones del enemigo y al ponerse en contra del Amor y Voluntad de
Mí Padre, aceptan actuar para él, lo escuchan y caen en el principio del mal. De una sola vez caen hasta el fondo
del pecado, porque todo lo tuvieron y lo obtenían de la Fuente Preciosa del Amor. Al aceptar lo que el maligno les
proponía, caen en las tinieblas y a la obscuridad del pecado.

Es a través de ellos que el pecado entra al Mundo, es a través de ellos que se cierran las Puertas del Cielo, es
a través de ellos que el mal se posesiona y ataca la Obra de Mí Padre en la Creación. Todas las fuerzas del bien
quedan atadas por las del mal. El dolor entra en el Mundo. El sufrimiento y el hambre, las pestes y la guerra son
consecuencia del Pecado Original. 

Mí Padre no creó éstos yugos para el hombre y Su Creación, el demonio los impuso sobre los hombres a causa de
la traición que realizaron vuestros primeros Padres a Dios Amor, Dios Creador. La maldad se adueñó de lo que era
la Obra Santa de Mí Padre. El pecado había sido gravísimo, fue la aceptación total del mal, a la negación
voluntaria del bien. ¡Pobres de Mís hijos que habían sido creados para el bien eterno!



Pero Mí Padre, siempre buscando vuestra salvación y vuestro bien, promete al incipiente género humano en la
figura de Adán y Eva, que la salvación y restauración vendrá en un tiempo futuro. Promete, también a ellos,
que la serpiente del mal será aplastada por La Mujer, Mí Madre. 

El hombre tiene que pagar su penitencia y así pasan muchos siglos en los que la Mano Amorosa de Mí Padre nunca se
apartó de ellos ni de sus descendientes. Pero por causa del pecado y sus consecuencias, ellos mismos las sufrirán
en carne propia a través de los siglos y vendrán guerras, hambre, muerte, destrucción, enfermedades y lo peor,
injusticias contra los que Mí Padre enviaba para guiarlos en el camino de la Luz y la Verdad. Obviamente el que se
había adueñado de éste mundo, reconocía en aquéllos profetas, las bondades de Mí Eterno Padre y moviendo las
voluntades humanas tan apartadas de la virtud, conseguía deshacerse de los enviados del Cielo, pero aún así Sus
Palabras, a través de Sus Profetas, lograban ir guiando a Su Pueblo por el buen camino. 

Por fin llego Yo a la historia del hombre, Mí Presencia Viva anunciada por los Profetas por fin se realizaba y
así llegaba Yo para guiar personalmente a Mí Pueblo a la Salvación Eterna. Pero, ¿qué sucede? Mi enemigo,
percatándose de Mí Presencia sobre la Tierra, consigue deshacerse de Mí,



a través de convencer a los mismo Míos, a los de Mí Pueblo, a que me claven en una cruz, muerte que se
destinaba a los peores criminales de ése tiempo. 

Pero, ¿qué significa en el transfondo ésa cruz? Esa cruz, que para los habitantes de ése tiempo significaba la
peor muerte, se vuelve vida para todos, se vuelve, nuevamente, Luz en el Camino, se vuelve Llave Sagrada que abre
las Puertas del Cielo, se vuelve la Donación del Amor de Vuestro Dios para los hombres, ¿por qué?, os
preguntaréis. Yo tenía que vencer al mal con sus mismas armas. Por él entra la muerte al mundo y Yo, con Mí
Resurrección, vuelvo vida ése aparente crimen en la cruz. Se vuelve símbolo de Vida, al donar toda Mí Sangre
para la Salvación del género humano, porque es gracias a Mí Sangre Preciosa derramada hasta la última gota, que
se alcanza la sanación de las almas y de los cuerpos. Es a través de Mís Sufrimientos atroces, que restauro el
sufrimiento infringido en el Paraíso, a Mí Padre Celestial. Es a través de la Humillación a todo un Dios, que
destruyo la soberbia de Mí enemigo. Es a través de Mí Pobreza aparente y humana, que destruyo el poder y las
riquezas de maldad con las que Mí enemigo había contaminado al Mundo. Es a través de Mí Sufrimiento en la
Pasión en donde tomo cada paso pecador del hombre sobre el Mundo, para ir derramando Mí Sangre, gota a gota,
sobre ésas huellas del mal y levantando al hombre y restaurando su alma ante la Presencia de Mí Padre

Es, en sí, la Cruz la que marca Mí Triunfo sobre las fuerzas del mal, que se habían posesionado de cuerpos y
almas y de la Creación de Mí Padre. 

Al ser levantado, quedo Yo como el Triunfador sobre todo el mundo y sus pecados. Es Mí Triunfo Divino en donde las
fuerzas del mal ya no podrán, en lo futuro, tener injerencia sobre los que serán Míos y para el Reino Eterno. 

Es a través de Mí Presencia Sufriente en la Cruz en donde Yo voy a enjugar las lágrimas y sufrimientos de Mís
Hijos. Es en la Cruz, Fuente de Mí Gracia y de Mí Amor hacia vosotros, a la que se acercarán todos aquellos que
desearán en lo futuro, unirse a Mí Vida de Salvación, para todos sus hermanos. 

Como véis, hijitos Míos, Mí Sufrimiento en la Cruz, se vuelve Vida y Alegría para Mí Padre y para vosotros. No
es un Cristo Sufriente, es un Triunfo Alegre, Mí Corazón, por fín, lograba el anhelo de Mí Padre, por fin se
restauraba el Reino sobre la Tierra, por fín podía, Vuestro Dios, vivir nuevamente entre vosotros. Mí Cuerpo
sufría un Sufrimiento Divino y Restaurador, Mí Alma y Mí Espíritu os daban nueva Vida en el Amor. 

No es la Cruz la representación de Mí fracaso, como así Me quisieran ver Mís enemigos, es y debe ser para los
Míos, la representación de vuestro triunfo, del Amor Excelso de Vuestro Dios al darse a Sí Mismo en Mí
Presencia Divina para restauraros la Vida Divina que vive en vosotros. Es Mí Cruz el símbolo excelso del Amor
Donado y Triunfante sobre las fuerzas del mal. 


En resumen, es Mí Cruz, la Puerta de Entrada al Paraíso. Ved, hijos Míos, es Mí Cruz vuestra salvación y el
Amor de Mí Padre hacia vosotros. Ved el Triunfo de Vuestro Dios sobre las fuerzas del mal, a la cuál ya no podrá
vencer jamás. 

Unid vuestras vidas, vuestras alegrías y sufrimientos a Mís Alegrías y Sufrimientos que tuve en la Cruz y
salvemos juntos muchas almas. 

Devolvamos vida nueva a aquellos que han muerto por el pecado y sus pasiones. Devolvamos amor y confianza a
aquellos que ven en Mí Cruz, sólo el fin de Mí Presencia sobre la Tierra y no el Principio del Reino Eterno. 

Vivamos unidos a la Alegría de Mí Padre porque así, con Mí Cruz, le he devuelto a Sus hijos amantísimos, que
sóis todos vosotros

¡Regocíjanse Conmigo, con Mí Triunfo y Mí Alegría en Nuestro Padre Dios!

Yo os amo infinitamente y os bendigo, en el Nombre de Mí Padre Eterno, en Mí Nombre, Vuestro Salvador Glorioso y
en el del Amor Derramado y Purificador del Espíritu Santo. 

AUTOR DEL MENSAJE: JESUS

FUENTE:http://www.diospadresemanifiesta.com/



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